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La opresión. Foto: sebastián salgado

De la COP 21 a la mirada utópica

Publicado: 2015-12-31

Autores como José de Echave o Pedro Francke, en recientes columnas para HIldebrandt en sus trece, hablan de la farsa para el medioambiente que son los acuerdos llegados por la COP 21. Según el temperamento con que se le mire, el acuerdo internacional por el clima no rendiría frutos porque, entre otras cosas, se trata de un documento con lugares comunes, sin capacidad de control de mediciones de los gases de efecto invernadero –y sanciones- y porque no es vinculante. La idea de no superar los 2 grados de temperatura que harían a gran parte de nuestro planeta un lugar inhabitable sería inviable pues, de acuerdo a los documentos entregados por los países en base a sus respectivas emisiones tóxicas, lo que en realidad pasaría en este escenario es que la temperatura se elevará a “al menos 2,7 grados”. Cabe mencionar que el mínimo de temperatura que nos prevendría de una catástrofe sería de 1,5 grados.  

Las ciudades costeras desaparecerían en un futuro no muy lejano. O sea, la costa, donde escribo estas líneas, estaría inundada. Y ni ver en el aumento del mar una oportunidad para que en la dieta se haga presente más la comida de los océanos. El calentamiento y la acidificación del mar, la desaparición de corales y el derretimiento del Ártico, como menciona el columnista George Monbiot, haría que se venga abajo la cadena alimenticia marina. En el lado terrenal, los bosques tropicales tendrían menos espacio (sobre todo con lo que uno va enterándose con la tala indiscriminada y la minería ilegal en nuestra selva) y empezaría la desertificación del mundo. Monbiot finaliza: “Es probable que la extinción masiva sea la impronta distintiva de nuestra época”.

La idea no es quedarse de brazos cruzados por la inoperancia de las autoridades y su dejadez. Sabedores de que la política es solo, como decía un mural en Bellas Artes, la punta del Iceberg de nuestra sociedad, el desafío medioambiental implica para todos una decisión. Pueden generarse campañas de concientización, en las escuelas, en los medios, en incluir la variable del medioambiente en las agendas políticas como pediría José de Echave. La idea, cruda, es hacer algo para contrarrestar lo que se viene. No se trata de socialismo o barbarie. Se trata de perpetuar nuestra vida en este piso o, si no te gusta tu vida, la del prójimo, tu nieto. Aunque, claro, en las bases de este antropoceno maléfico este, justamente, el sistema total del capitalismo.

Y ya que hablamos de eso, di con una entrevista que le hacen al geógrafo marxista, David Harvey. En ella habla de la importancia de las ciudades y de cómo en estas se da un campo de disputa socioeconómica. En efecto, al ser las ciudades campos de generación de dinero, la opción más segura de rentabilizarlo es con la construcción de sistemas de vivienda. En este caso, los más posibilitados para estos gastos serían las personas con buena capacidad monetaria, o sea, los ricos. De la clase obrera o proletario ya no se puede hablar con el nivel de precisión que se tenía antes, pero sí de los marginados. Para ellos están las periferias. En Paris, los guettos; en Perú, las invasiones. El caso de Villa El Salvador habla por sí mismo. Entonces, la segregación. La ciudad no cumpliría la utópica idea de convivencia entre sus ciudadanos dado que empieza a germinar la distancia entre clases sociales, el racismo, la discriminación, etc. Ahora las distancias no solo son mentales, sino cada vez más físicas. Y se polarizarán más con los cambios que se vienen.

En sus análisis, Harvey habla de la dimensión territorial en el marxismo, al que lo ve más que como ideología, como método de análisis. Esta metodología serviría para establecer líneas más democráticas en la sociedad.

Es poco creíble que, en palabras de Paulo Freire, el opresor se empeñe por generar un cambio. Surgido de la explotación, le beneficia su condición. Por eso, habrá esperanza al otro lado de la cadena, en donde están los marginados, los impedidos de vivir bien. En efecto, ahí se madura la indignación, la búsqueda por “el derecho a la ciudad” (aunque también la ponzoña, no nos vengamos con cuentos). Se vio en Brasil, Turquía; se ve en tantas partes donde las marchas exigen una mejor calidad de vida. Se vio hace un año, en enero, donde salimos a marchar en contra de la indigesta Ley Pulpín.

Para la creación de un poder distinto, hace falta la voluntad, pero también la imaginación, la utopía de la que hablo Flores Galindo, el irrespeto a las vacas sagradas, a la creencia en nuestra creatividad. ¿La utopía no puede ser un obstáculo?, se le pregunta a Harvey. ¿Y por qué no?, dice. Las ideas de este tipo son las verdaderas causantes del cambio. Del trastoque. Aunque se vean impedidas de ser gracias a una educación que adocena, que enseña a servir, a ser obedientes. A eso, ¡desobediencia! Y la mejor manera de hacer eso es pensar distinto, en libertad, aunque claro, se insiste, el sistema actual nos retenga esa virtud. Pero hay que hacerlo, hay que organizarse, no dejarnos caer.

A Harvey le preguntan sobre qué utopías tiene. Y él no habla sobre un aburrido mundo de paz, sino de que en las ciudades –algo más concreto- se tengan depósitos de alimentos; habla de agricultura, de jardinería urbana. Yo hablaría de una ciudad bosque. Maravilloso. Pero esa es una idea utópica, y nos enseñaron a no confiar en nuestros sueños, en nosotros mismos, porque eso o es suicida, o no es rentable.

Sí, claro. Sonrío.

Pd: Acaba el año, y como todo en la vida, tuvo sus caídas y bajadas. Cada que puedo, me acuerdo perfectamente de las marchas de enero y la vinculación entre jóvenes de Lima para organizarse y salir a marchar. Grabadas están esas escenas en mi retina. Y si se habla de rutina, poca tuve. Fue y ha sido un año agitado y creo que me puedo complacer de eso. Sobre todo de la vez en que, después de un día de trabajo en la alta montaña –por febrero-, pasé una noche por las espaldas de la ciudad, por el Río Rímac, y terminé, en Lima Norte, de ahí en el mar, de ahí en mi aposento. Esa ha sido mi vida durante este año y me puedo gratificar de eso. Ahora se viene otro año y a celebrarlo como el nuevo nacimiento que es. Un saludo para todos y ya nos estamos viendo con nuevos reportajes, entrevistas, con acción por delante.

31-12-15


Escrito por

mirocko

Holi.


Publicado en

El Informal

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