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La entrevistada mostrándole al cronista que es de verdaderas armas tomarFoto: iNGRID CAMPAña

Jennifer Sánchez: “Qué bonito ser lesbiana cuando tienes plata”.

Entrevista con Jennifer Sánchez (23), estudiante de psicología, anarquista –o comunista-libertaria- y tallerista de autodefensa en círculos feministas. La política y los deportes de contacto, dos cosas que la encienden.

Publicado: 2015-12-25


La Política

Es jueves, pero no cultural, sino político. Hay protesta en las calles de ese 2011, y una confabulación hace que salga a marchar junto a mis amigos universitarios. En la arena de luchas, o sea, las calles del Centro, mis manos blanden una bandera y mi voz se llena de arengas. Hace sol y las personas que caminan derredor nos miran como a animales raros. De entre la marcha, quien más se hace escuchar es una mujer, que se expresa disciplinada y decididamente. En el Congreso, después de la marcha y del almuerzo en el comedor de la facultad de medicina San Fernando, esa misma chica se despedirá de mi con severo pero genuino tono: “Hasta la vista, compa”. Acabo de conocer a Jennifer Sánchez, más conocida como Jenn Slick.

I

Después de un fugaz paso por la juventud comunista de Patria Roja (JotaCé-PR), he seguido participando en las luchas sociales que se viven en el país. En ese trayecto me he encontrado con gente variopinta. Están los consecuentes y los que solo son compañeros de ruta, amén de los vendidos, poseros, entre otra fauna política. Una persona rescatable es Jenn, quien, además, alguna vez me dio tips de psicología en momentos en que a este redactor el alma se le salía desmesurada del cuerpo. “Aguanta tu coche”, bien pudo decirme Jenn, celosa de su conocimiento de psicología, cuando quise-quise indagar más sobre las recomendaciones que me hacía.

Cuatro años después de nuestro primer encuentro, me junto en Plaza Francia con Galleta, la fotógrafa, y Jenn para hablar de su historia política y otras cosas que irán saliendo conforme avance la entrevista.

II

Tercero de secundaria, 13 años, y a sus manos llega el discurso del célebre anarquista peruano Manuel Gonzáles Prada: Discurso en el Politeama. La impactante diatriba contra la clase política del país post-guerra con Chile, deja con la miel en los labios a Jenn. En ella se le inflama más la vena contestataria que lleva. Es, de alguna manera, su entrada a la política.

Pero esto es verdad a medias. Si la política es, palabras más, palabras menos, más que lecturas de canónicos autores, sino servicio, liderazgo e inteligencia, entonces Jenn se lleva anotados unos cuantos puntos. Buenas notas en el colegio, cargo de policía escolar y presencia en talleres ecológicos de reciclaje, van perfilando su vocación solidaridad con el Otro. Su paso a una Gran Unidad Escolar (GUE) la reafirma. Ahí empezó a preguntarse sobre por qué algunos tienen oportunidades y otros no: una amiga suya, de escasos recursos, tenía que desempeñarse bien en clases a como dé lugar pese a tener una recargada vida con un hermano con Síndrome de Down. Empiezan las preguntas que marcan la vida.

Si bien, fruto de sus lecturas gonzalespradinas empieza en el anarco individualismo, pronto se involucra con el movimiento anarquista peruano, algo que ella define como comunismo-libertario. Participa de las movidas de Rock n’Roll en Quilca y hasta del movimiento vegano, pero también se nutre de lecturas de pensadores fundamentales del anarquismo como Kropotnik, Proudhon o Bakunin (sin descontar a Gonzáles Prada).

Sin embargo, siente que todo lo realizado, si bien le atrae, no puede dar más.


Foto: ingrid campaña

III

Interesada en la medicina, decide prepararse en la academia Aduni para postular a San Marcos. Asiste a clases y, volteando los boletines de estudio, ve unas frases en el lomo de los documentos que la escudriñan: son citas de José Carlos Mariátegui, las cuales no están ahí gratuitamente. La academia, de tradición de izquierdas, ejerce una subliminal influencia en sus estudiantes. El curso de economía, la ciencia de la escasez, desde la óptica liberal, era un pretexto para hablar de las teorías sociales de Marx. El alumnado escucha, y sobre todo Jenn, quien encuentra algo de atractivo y de determinación en el marxismo. Es así que entre los días que median entre los 16 y 17, Jenn se inserta en el movimiento comunista que ofrece Patria Roja.

IV

De aquella decisión de entrar al comunismo por tener un programa, un orden, una seguridad en la acción que tentó a Jenn datan 7 años. En el camino, se fue dando cuenta de algunos lastres vivos de las dirigencia. Por ejemplo, que el concepto de dinosaurio es uno referido más a las formas que a los (d)años en el haber, pues en los cambios de liderazgo, son los más jovencitos quienes reproducen actitudes como las de creerse el cerebro del partido o no querer ensuciarse los zapatos; ser dirigente elegido a dedo, de membrete; o ver al partido como un “cascarón” y, algo quizá más personal en ella, ser testiga de la homofobia partidaria.


fOTO: INGRID CAMPAÑA

V

Todo ello desembocó en un permiso que ella misma se ha dado respecto a su relación con PR. Este alejamiento le da tiempo para reflexionar acerca de los éxodos ideológicos que siguen los jóvenes que se abren a la comprensión de su indignación por parte de la izquierda.

Para ella es una cuestión de oferta ideológica. El principiante, el que ve con fuego al mundo, no tiene a su alcance a un Kropotnik, sino a un Lenin; no tendrá a un Bakunin, sino a un Marx; no tendrá a un Gonzáles Prada, sino a un Mariátegui. Hay, en efecto, una disparidad, y eso, dice Jenn, lo puede ver uno al darse una vuelta por el Jr. Quilca. De la historia anarquista en el Perú, poco se sabe (“se oculta”); apenas de un Delfín Lévano o un Nicolás Gutarra, dirigentes anarquistas peruanos. Esto no tiene que ver tanto con la oferta librera del centro de la ciudad, sino algo mayor. Por ejemplo, ella resalta el crudo hecho de que se haya hablado mucho de las dirigencias de Camila Vallejo y Karol Cariola, ambas del PC chileno, durante las refriegas estudiantiles en el sur años atrás, pero no se mencione el rol de Melissa Sepúlveda, dirigenta feminista y anarquista de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) durante el 2014. Habría, entonces, un anarquismo silenciado por las arengas provenientes del bloque comunista. Debatible. En todo caso, quienes tienen la última palabra son los mismos anarquistas, de ellos depende si las nuevas camadas de jóvenes de izquierda tienen más de duro marxismo-leninismo o de un ¿Podemos?

Durante todo el tiempo de militancia en PR, Jenn no perdió contacto con el movimiento anarquista. Ya no ve que entre los anarcos quite tanto el sueño los viajes o la comida vegana, sino que hay más profundización teórica, más citas y debates. Todavía hay algunos que creen que organizarse no es otra cosa que la reproducción autoritaria de los partidos, pero también hay quienes se vinculan al movimiento social, como trabajar en los barrios. Ese es, precisamente, el anarquismo que propugna Jenn: un movimiento político-social que se haga desde abajo. Aunque, pienso yo, esa distinción no sea exclusiva del anarquismo.


Lo que la prende: el arte marcial


El sábado 12 estuve apoyando en la logística de la Trueka, un evento organizado por el colectivo 231 que tenía como fin principal reconocer otras formas de intercambio material e inmaterial: la reciprocidad. Hubieron diferentes talleres, entre ellos el de poesía colectiva, conversación sobre el Punk y, también, el taller de autodefensa. Por curiosidad, fui a ver cómo se venía dando este último. Imaginé a filas de chicas dando y recibiendo puñetes y patadas, envueltas todas ellas en un aura feminista contestataria. Al abrir la puerta del salón, lo indescifrable. La tallerista tenía dominada a una pequeña mujer, la envolvía y la atenazaba con sus brazos y piernas. Esta no se movía. La sostenía con fuerza y las demás, en un círculo que las rodeaba, aprendía.

-Y… ¿la puedes matar?-preguntó una irresponsable.

-Si quieres ir a prisión, sí-respondió Jenn.

I

Miren, vóley”, dice otra imprudente. Instintivamente, Jenn responde: “¿Vóley? ¡Me prendo!”. Si algo, además del vóley, prende a esta anarquista son los deportes de contacto físico. Pero antes de volverse una llama, la entrevistada se encoge: “¡Llegó la hora de la palta…!”, me dice.

Enciende la televisión y una pequeña ve el manga japonés Sailor Moon. De las damiselas de grandes ojos que hacen su aparición una destaca por su carácter y su habilidad para la pelea: Lita, la sailor Júpiter. Si los niños tienen a sus Gokú, las niñas a Lita. Obnubilada por el dibujo, Jenn entra en plena primaria a prepararse en los misterios y filosofía del karate estilo Sho To Kan.

Si la vida fuera una línea recta, habría un bajón en cuanto deporte en la etapa que le tocó como preparación para los estudios superiores. Del entrenamiento constante, pasó a la pasividad del ejercicio universitario. Entró a la pre y engordó, ingresó a la Universidad César Vallejo (UCV) para la carrera de psicología y siguió engordando. Pero, en determinado momento, decide regresar a las peleas. La decisión no tuvo tanto que ver con la bufonesca administración de Acuña, sino cuando conoce a su padre. Era su tercer año de estudios. Conflicto.

-Tuve una especie de regresión-cuenta Jenn.

Empieza a ver los dibujos que veía de niña, jugar con las muñecas, se reencuentra con Lita, la sailor marcial. La tensión que tiene con su padre se canaliza en el Kung Fu, disciplina que elige por enseñarse en un lugar céntrico como el Cercado. Jenn tenía mucha energía transformar, ella legó a entrenar hasta 8 horas diarias.


fOTO: INGRID CAMPAÑA

II

Así, al mantenerse en el movimiento social, unas compañeras –estimamos que del feminismo- la detectan y le pasan la para que dé talleres de autodefensa. Jenn aceptó y hasta la fecha ha colaborado con Demus, Flora Tristán, Nos Pasó En La Lucha y FRACS. Dice sentirse bien pues tiene la oportunidad de dar seguridad física y también psicológica a mujeres, aunque para esto tenga que recurrir a las viejas experiencias aprendidas en la ring de box, donde el maestro César Mendoza, en La Bombonera del Nacional, le gritaba cuando se enfrentaba a otro púgil y la exhortaba a que siga y hasta le daba con un palo. Ahí, en la olla a presión, reforzó a la mala su disciplina; y es aquel momento de arriesgada exigencia en donde Jenn sitúa a sus pupilas para que tengan la frialdad necesaria para actuar en un momento tan fatal como en un intento de violación.

III

Las organizaciones a las que ha apoyado Jenn son abiertamente feministas. Siendo así que el feminismo experimenta un auge de un tiempo a esta parte en el país, le pregunto por las críticas que recibe; es decir, por centrarse en algunas demandas de tipo más de libertades sexuales que de otras, igual de estructurales, como la pobreza, la delincuencia, etc. Le cito, para ello, a una vieja conocida de ella, una activa militante de izquierdas, ex PR, que, cada que puede, critica al movimiento feminista de la capital.

-¡Pero si Raiza…!

A Franco le reconoce cosas válidas, como la de poner el factor clase en el morado tapete feminista. Por ejemplo, recuerda Jenn a una amiga perteneciente al movimiento de siglas LGTBQ que, con matiz de clase, le dijo: “Yo no creo en ese tipo de luchas”. Haciendo un balance de la realidad social, Jenn cree en la importancia de trabajar unidamente. Aunque esta unidad tiene sus propios desencuentros.

La entrevistada rememora las deficiencias de la vieja izquierda cuando recuerda la tesis de la desviación homosexual como parte de la profusión del capitalismo y de la marginación de la CGTP hacia demandas sociales como por las que lucha el movimiento feminista y LGTBQ; así que el aislamiento vivido “no es pura casualidad”: Pero también critica que, de la parte de estos últimos, hay una idea de cambio social light. Dispara: “Qué bonito ser lesbiana cuando tienes plata”.

Pide, por último, superar viejas resistencias y trabajar en unidad. Es lo que queda. Se va, llama a su madre (la única con la que no podría obtener victoria) y puede verse en el hombro izquierdo la “A” anarquista acompañada de un gato negro. En el otro hombro hay una hoz y un martillo y un ave fénix. Preguntamos por los animales, ya que de lo otro suficiente hemos tenido. En cuanto al gato, la respuesta es simple: le gustan. En cuanto al fénix, porque salió del lodo económico y pudo reestablecerse. Son dos figuras que acompañan a Jenn. Pues hay que tener mucho de agilidad gatuna y de resurrección del sagrado ave, sobre todo si el tatuador amigo es un nazi, se ha tenido por ex a una aprista y se deshoje margaritas, es un decir, por una mujer pro-Movadef, y en casa, la abuela sea militante del PPC. Pero esa es Jenn, que te dice sin ascos: “Tú me jodes, te cagaste conmigo”.


LOS GUARDAESPALDAS: IDEOLOGÍAS Y ANIMALES. Foto: ingrid campaña

25-12-15


Escrito por

mirocko

Holi.


Publicado en

El Informal

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